El doncel de Don Enrique el doliente. Pocos recordarán que esta obra fue el regalo que una presentadora de telediarios llamada Letizia Ortiz Rocasolano entregó al príncipe Felipe en su pedida de mano. Su punto de inflexión, hace nueve años ya. Sin duda la vida de la princesa de Asturias ha cambiado mucho. Mañana cumplirá 40 años, una edad que lleva con mucho estilo y una excusa perfecta para recordar.
Plebeya. Cuesta recordar que no nació entre las alfombradas estancias de un palacio, sino en un sanatorio de Oviedo, hija de una enfermera y un periodista. Viéndola tan enamorada junto a su marido y tan feliz junto a sus niñas, parece casi un sueño que un día se casara con su profesor de Literatura, Alonso Guerrero. Su pudor cuando un infame golpe de viento descubrió su ropa interior borra aquel desnudo suyo en la cubierta del disco de Maná Sueños líquidos (1997), que pintó el cubano Waldo Saavedra (o al menos eso jura él).
Nació para princesa. Hoy Letizia cumple a la perfección como princesa. Si alguna vez no fue bien recibida como tal, la muerte de su hermana Erika abrió los corazones más reticentes. Letizia pasa incólume por los escándalos de la Casa Real. Dicen que es perfeccionista y ambiciosa, y anoréxica, pero todo eso resbala sobre ella como el agua. En las horas más bajas de la monarquía, ella está a la altura de las futuras reinas europeas. La mayoría de los últimos cumpleaños de doña Letizia han coincidido con el inicio del curso escolar de las Infantas o con alguna actividad oficial. Sin embargo, este año cae en sábado, un día propicio para celebrar esa fecha redonda en la intimidad familiar.
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