Ni el juego a dos entre Carolina y Carlota, ni el estreno de Alejandra vestida de Chanel. Ni el modelazo rojo de Beatrice Borromeo. Tampoco la vuelta de Tatiana Santo Domingo. El titular destacado por toda la prensa europea: la ausencia de la princesa Charlène del Baile de la Rosa de Mónaco.
La cita, que inaugura cada año las actividades festivas del Principado, se organiza con fines benéficos en favor de la Fundación Princesa Grace, que preside Carolina, princesa de Hannover. En esta 62 edición Mónaco ha recuperado el glamour de antaño. Pero también el asombro internacional. ¿Cómo es posible que por segundo año consecutivo la princesa Charlène no presida el baile junto a su marido? ¿Es esta la venganza de Charlène, que una vez cumplido con su tarea de dar un heredero al trono –en este caso dos- no se siente en la obligación de cumplir con ciertas obligaciones oficiales? Quizá ¿se niega a compartir espacio con su cuñada, con la que las relaciones nunca han sido buenas?
Una vez más el Principado guarda silencio. Se ha limitado a publicar en su página de Facebook imágenes del acto. Nada, de momento, sobre tan comentada ausencia, que ya empieza a ser hábito. El pasado año la princesa Charlène excusó su asistencia por un dolor abdominal de su pequeña Gabrielle, que entonces tenía cuatro meses, y una madre no abandona a su hija en tal circunstancia, explicaron. El silencio oficial clama. Aún desconocemos si la princesa cuidaba a sus hijos en Suiza o en el palacio monegasco de los Grimaldi. Quizá continúe disfrutando de sus hijos entre las nieves de Gstaad. En la exclusiva estación suiza ha posado con Jacques y Gabrielle y su marido, que acudió un fin de semana junto a ellos para festejar su 58 cumpleaños en familia, para la revista francesa Paris Match. Un nuevo intento de trasladar la imagen de familia unida y feliz, un auténtico despliegue de guiños maternos filiales, la alegría de los gemelos disfrutando de la nieve y de la piscina. Aunque no saben caminar, pero aprenden a nadar en brazos de mamá (es lo que tiene ser hijos de una campeona de natación). ¿Cómo renunciar a los arrumacos infantiles para posar junto a Carolina, Carlota y Beatrice?
BEATRICE, LA REINA DEL SPORTING CLUB
El amigo Lagerfeld, uno más en la foto de familia, vistió a tres de sus mujeres: Carolina, Carlota y Alejandra. Y diseñó la decoración del recinto del Sporting Club para darle aires cubanos y habaneros, el leit motiv de esta edición del baile de a Rosa. El espacio creado por el diseñador de Chanel fue testigo de los bailes de una divertida Alejandra de Hannover, de la soledad de Carlota, que acudió sin su novio, Lamberto Sanfelice, y de un público entregado a la causa, que había pagado 800 euros por cubierto.
Si Alberto de Mónaco pretendía distraer la ausencia de su esposa con la presencia de las mujeres de sus sobrinos, casi lo logra. La discreta Tatiana Santo Domingo vistió de Gucci en tonos malvas y pintó de rojo los labios. Pero la noche fue para Beatrice: la italiana se impuso sobre todas y sobre todo con un magnifico traje de Giambattista Valli, eclipsó a las bellas Grimaldi y a cualquiera que se cruzase en su camino. Eligió un modelazo rojo, propio de una reina, que adornaba con una esmeralda al cuello. Carolina ha dado muchas clases de elegancia y glamour, pero este año difícil se lo ha puesto su nuera.
Entre la belleza de Beatrice y la ausencia de Charlène, pasa por alto la ausencia de la otra Grimaldi. La princesa Estefanía hace tiempo que decidió no asistir a este acto. Se guarda para el baile de la Cruz Roja. Lástima que tampoco vayan sus hijos, especialmente la hierática y bella Pauline que, mientras en Mónaco se festejaba el Baile de la Rosa, andaba de fiesta en Madrid, según ha contado ella misma en su cuenta de Instagram. Ese baile va camino de convertirse en el Baile de los Casiraghi–Hannover, habrá que averiguar si Carolina es la causa de este folletín monegasco.
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