La estrella del pop ha confesado en varias ocasiones que su camino hacia el éxito estuvo plagado de numerosos obstáculos que logró superar con tesón y determinación, dos rasgos que le fueron de mucha utilidad cuando se vio obligada a pasar varias noches durmiendo en el sofá de una academia de baile tras discutir agriamente con su madre sobre sus planes de futuro. Decidida a convertirse en una bailarina profesional, Jennifer no tuvo ningún reparo en abandonar temporalmente su casa familiar hasta que su progenitora estuviera dispuesta a apoyar sus sueños profesionales.
"Mi madre y yo solíamos pelearnos constantemente porque ella no aceptaba que yo quisiera convertirme en una artista profesional. Aceptaba de buena gana que acudiera a clases de danza en mi tiempo libre, pero jamás pensó que mi afición al baile pudiera transformarse en una vocación profesional. Un día tuvimos una discusión tan fuerte, que pegué un portazo y me fui de casa. Nos separamos durante un tiempo, y mientras tanto me vi obligada a dormir en el sofá de la escuela de baile a la que acudía. De la noche a la mañana me convertí en una vagabunda, pero con el orgullo intacto. Le dije: 'Me da igual no volver nunca a casa. Esto es lo que quiero hacer'. Y finalmente conseguí un trabajo como bailarina en Europa y después me mudé a Los Ángeles. Todo pasó en menos de un año", reveló la diva del Bronx a la revista W.
Aunque la conocida intérprete aprendió y disfrutó mucho durante los primeros meses de su recién ganada libertad, al mismo tiempo Jennifer admite que adaptarse a una ciudad tan diferente como Los Ángeles --la artista procede del barrio neoyorquino del Bronx-- no supuso una tarea fácil y se convirtió en una dificultad añadida para consolidar su prometedora trayectoria.
"Ahora que ya estoy integrada, puedo decir que me encanta Los Ángeles. Pero al principio la odiaba profundamente porque constituía un ambiente completamente diferente al de mi barrio de Nueva York. Las avenidas son tan largas y los edificios están tan diseminados, que me era tarea imposible salir a la calle dos minutos para conseguir un bote de leche. Pensaba que los angelinos no andaban nunca y necesitaban su coche para todo, lo que contrastaba con mi estilo de vida en el Bronx. Ese barrio me ha dado toda la fuerza que tengo hoy en día: toda la energía y la ambición que me definen a diario la conseguí ahí", explicó la popular artista.
Y son precisamente las lecciones que extrajo de su juventud en un barrio humilde las mismas que quiere transmitir a Max y a Emme --los mellizos que comparte con su exmarido Marc Anthony-- para que ambos afronten la vida con una mezcla de optimismo y fe en el trabajo duro como claves para triunfar en la vida. Aunque sus dos pequeños no pueden experimentar de primera mano las mismas adversidades vividas por su famosa madre, Jennifer está dispuesta a inculcarles valores tan importantes como la perseverancia, el esfuerzo y el tesón a través de su propio ejemplo, ya que esa fue la forma en que ella interiorizó las mejores enseñanzas de sus trabajadores padres.
"Si hay una cosa que he aprendido al convertirme en madre, es que los niños aprenden de ti a través de tus acciones y no de tus palabras. Poco importa si a mis hijos les cuento la historia de mi vida y la forma en que fui capaz de triunfar al superar miles de contratiempos. No van a entender de lo que hablo hasta que me vean en acción", concluyó.
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