La respuesta lógica e inmediata a la pregunta debería ser: “Es un actor de Hollywood”. Pero, Edward Norton es mucho más.
El hombre, de 1,83 m de estatura, mirada provocadora y talento desbordante para la pantalla gigante, nació el 18 de agosto de 1969 en Columbia (EEUU). Estudió Historia en la Universidad de Yale y tras su paso por el teatro neoyorquino, debutó con Richard Gere en La verdad desnuda, en 1996. Con este filme ganó su primer Globo de Oro y fue nominado al Óscar como mejor actor de reparto, pero no logró llevárselo a casa.
A pesar de que tiene muchas estatuillas en su bolsillo, jamás ganó un premio de la Academia. Volvió a ser nominado como mejor actor por su brillante papel de Derek Vinyard en Historia americana X (1998).
El año pasado, Norton volvió a estar dentro de la lista. Compitió como mejor actor de reparto por Birdman, el filme del mexicano Alejandro González Iñárritu, que, a propósito, espera que la suerte lo acompañe el 28 de febrero en la gala de los Óscar.
Poco a poco, el estadounidense fue convirtiéndose en una de las personas más reconocidas del mundo artístico. Se codeó con otras estrellas y se dejó guiar por grandes directores, como David Fincher, Wes Anderson y Alejandro G. Iñárritu.
Compartió escenas con Brad Pitt, en El club de la pelea; con Robert De Niro y Marlon Brando, en Cuenta final; con Liam Neeson, Orlando Bloom y Eva Green, en Cruzadas; y con Philip Seymour Hoffman, en La hora 25.
Interpretó al rey Balduino IV de Jerusalén en Cruzadas; fue un mago en El ilusionista; un superhéroe difícil de roer en Hulk y un reo en Stone, con Robert De Niro y Milla Jovovich.
Ese camaleónico actor es el invitado de Paceña para dejarse tentar por la locura en los carnales diversos de Bolivia
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