Kate abandonó sonriente el jueves del brazo de su esposo, el príncipe William, el hospital londinense donde llevaba ingresada desde el lunes por complicaciones ligadas a su embarazo, rumbo al palacio de Kensington, donde disfrutará de unos días más de descanso.
Vestida con un abrigo largo azul marino y llevando un ramo de rosas amarillas en la mano, la duquesa de Cambridge, como se la conoce oficialmente, salió andando con William del hospital Rey Eduardo VIII poco antes de las 11H00 locales, y sonrió a la nube de cámaras que le esperaba antes de meterse en un coche oficial.
El palacio de Saint James, encargado de los asuntos del segundo en la línea de sucesión y de su esposa, precisó en un comunicado que Kate tendrá ahora un "periodo de descanso" en el Palacio de Kensington, en el oeste de la capital, donde la pareja tiene un apartamento mientras espera que terminen las reformas de su residencia definitiva.
Los duques de Cambridge "quieren agradecer al personal del hospital por la atención y el tratamiento" que dispensaron a Catalina en estos estos tres días, agregó la secretaría en un comunicado.
Kate, en la etapa inicial de su embarazo, fue hospitalizada en la tarde del lunes aquejada de hiperméresis gravídica, una forma severa de náuseas y vómitos padecida por una pequeña proporción de gestantes que se acompaña de una pérdida de peso y puede conducir a una deshidratación.
La hospitalización de la duquesa, de 30 años, precipitó ese día el anuncio de la próxima llegada de un futuro heredero del trono de Inglaterra antes de que alcanzara las 12 semanas de embarazo generalmente consideradas prudenciales, poniendo fin a las especulaciones que comenzaron inmediatamente después de su boda, el 29 de abril de 2011.
Como esta afección se da a menudo en mujeres con embarazos múltiples, enseguida se desataron nuevos rumores en la prensa y apuestas sobre la posibilidad de que la duquesa esté esperando gemelos.
El príncipe William pasó cada día largas horas junto a su esposa, aunque entraba y salía en el hospital sin hacer declaraciones.
Mientras el palacio se limitaba a decir que la paciente evolucionaba favorablemente, el parte más detallado de su estado de salud lo obtuvieron dos locutores de radio australianos que, haciéndose pasar por la reina Isabel II y su hijo el príncipe Carlos, consiguieron comunicarse el martes con una de las enfermeras que la atendía en el hospital.
"La hemos rehidratado porque estaba muy deshidratada cuando llegó, pero a esta hora está estable", le dijo la enfermera a la presentadora de la emisora de Sídney 2Day FM, Mel Greig, después de que ésta pidiera con un acento inglés medianamente creíble y dificultades para contener la risa noticias de su "nieta".
Los dos presentadores pidieron disculpas el miércoles por esta broma, que puso en una situación bochornosa al hospital, por el que en los últimos años han pasado también la reina, su esposo el duque de Edimburgo o la esposa del príncipe Carlos, Camila, por citar sólo algunos miembros de la familia real.
El hospital califició el incidente de "lamentable", y no descartó entablar acciones judiciales contra la emisora australiana.
Mientras la duquesa descansa, las miles de iglesias anglicanas de Inglaterra leerán el domingo una corta oración por la pareja y el hijo que esperan, que será tercero en la línea sucesoria, sea niño o niña, debido a un cambio legal.
"Rezamos por William, duque de Cambridge, y Kate, duquesa de Cambridge, mientras se preparan para recibir el regalo de su hijo", dice un extracto de la oración publicada en la página web de la Inglaterra.
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