En sus primeros años de estudio, el año 2000, el hijo del príncipe Carlos y la fallecida Diana de Gales y Catalina se alojaban en habitaciones muy cercanas en la residencia de estudiantes St Salvators Hall, pero no fue hasta dos años después cuando ambos comienzan a convivir en la misma casa de campo en Escocia junto a otros dos compañeros de piso.
Cuando finalizaron la universidad, ambos se trasladaron a Londres; Catalina se instala por completo en la capital británica y acepta un puesto como compradora de accesorios en Jigsaw, mientras que Guillermo realiza con dedicación y entusiasmo su formación militar.
El romance entre la chica de clase media y el miembro de la realeza se fue consolidando, y Catalina y Guillermo se volvieron inseparables hasta el punto de que el joven Príncipe decidió presentar a su novia a su padre, el príncipe Carlos de Inglaterra y a su hermano, el príncipe Harry durante unas vacaciones en la nieve. El siguiente paso era presentarle a su abuela, la Reina de Inglaterra, quien no dudó en aceptar la relación de su nieto.
Pero para sorpresa de muchos el 14 de abril la pareja anuncio que habían decidido darse un tiempo y que iban a seguir cada uno su propio camino. La separación no duro mucho y en junio la pareja volvió a darse una segunda oportunidad. A finales de 2007, Kate renunció a su trabajo y más tarde pasó a ocupar un puesto en la empresa familiar dedicada a organizar y vender artículos de fiesta. Un trabajo que sin duda le permitiría acudir junto al Príncipe a algunos de sus compromisos e incluso disfrutar junto a él de unos días de vacaciones en el extranjero.
En noviembre de 2010, el príncipe Guillermo y Catalina se habían comprometido en octubre durante unas vacaciones de la pareja en Kenia, concretamente en los lagos del Parque Nacional del Monte Kenia. Tras la boda, la pareja vivirá al norte de Gales, donde el príncipe Guillermo continuará sirviendo con la Real Fuerza Aérea.
Y el gran día llegó…
Como toda boda que se precie y pese a la formalidad y la pompa de la ocasión, el enlace del príncipe Guillermo y Catalina, desde hoy duquesa de Cambridge, fue un día casi perfecto ya que siguió muy bien al libreto planificado. Eso era lo que buscaban los responsables del protocolo, que marcaron al milímetro el desarrollo de la ceremonia en la abadía de Westminster. Si había alguien que podía romperlo era el príncipe Guillermo, que lo hizo segundos después de que Catalina llegara al altar, acompañada por su padre Michael, para decirle: "Estás preciosa".
A continuación, segundos antes de que comenzara la ceremonia religiosa, se dirigió a su suegro y le comentó en tono de broma: "Se suponía que esto iba a ser una cosa pequeña y familiar".
Detrás de ellos, 1.900 invitados, entre miembros de la realeza, jefes de Estado y de Gobierno y personajes famosos, además de una audiencia televisiva estimada de 2.000 millones de personas.
Tras el preceptivo "sí, quiero", Guillermo tuvo algunos problemas para poner la alianza en el dedo anular de la mano izquierda de su esposa, y hubo de insistir y apretar durante unos instantes para colocar en su sitio el anillo de oro, un regalo de la reina.
A la salida del templo, el príncipe tuvo algunos problemas para subir a la carroza tirada por caballos que llevó a la pareja hasta el palacio de Buckingham, en un recorrido por el centro de Londres. La carroza dio la impresión de que podía volcar en el momento en que Guillermo puso pie en el estribo para subirse.
Ya camino de palacio, uno de los jinetes de la guardia real que escoltaron al matrimonio se cayó de su montura, afortunadamente sin consecuencias serias para el soldado.
El momento que más se dejó a la improvisación fue el de la salida de los recién casados y sus familias al balcón principal del palacio de Buckingham, frente al que esperaban decenas de miles de personas.
Catalina se mostró impresionada y dejó escapar un "oh, my (God)", una expresión de asombro traducible como "Dios mío".
Como todo el mundo esperaba y deseaba, Guillermo y Catalina se besaron tras unos breves saludos y una vez que los familiares más directos les acompañaron en el balcón.
Ante el júbilo de los miles de personas que se concentraron en la gran plaza frente al palacio y en sus alrededores, Guillermo tomó la iniciativa y besó brevemente a Catalina.
Se puede decir que en ese momento habían cumplido, pero la gran sorpresa fue que hubo una segunda demostración de afecto, lo que será interpretado por muchos como una prueba más de que este es un matrimonio entre dos personas realmente enamoradas.
El segundo beso se produjo bajo el sobrevuelo de la escuadrilla aérea que conmemoró la boda con una exhibición sobre Londres, con aviones militares de la II Guerra Mundial y cazas modernos.
En total fueron cinco minutos de baño de masas desde el balcón, tras lo cual, agarrados de la mano, Guillermo y Catalina volvieron a entrar en el palacio, donde la reina Isabel ofreció un bufé almuerzo a 650 de los 1.900 invitados a la boda.
Después de boda real, algunas voces:
David Cameron, el primer ministro de Reino Unido manifestó que la boda del viernes entre el príncipe Guillermo y Catalina, duques de Cambridge, hizo que los ciudadanos se sintieran "muy orgullosos se ser británicos", ya que sirvió para destacar la importancia de la monarquía y del servicio público que presta.
Preguntado por sus sensaciones como uno de los invitados a la ceremonia en la abadía de Westminster, contestó que "fue absolutamente bello, apasionante y emocionante".
Millie Pilkington, la fotógrafa privada contratada para inmortalizar la parte más íntima de la boda del príncipe Guillermo y Catalina, relató a los medios locales que se trató de "un asunto maravilloso, íntimo y familiar". Explicó que Catalina demostró que es una persona "muy dulce" al acercarse a ella en un momento de la noche para decirle: “deja la cámara, relájate, diviértete. Estás aquí como invitada. Disfrútalo'", afirmó la fotógrafa, que pese a la invitación no pudo resistir la tentación de capturar lo que veía. "Siendo fotógrafa y estando rodeada de tanta belleza, con el lugar y todos esos invitados despampanantes, no podía parar, así que hice fotos toda la noche y hasta la mañana", dijo.
Guillermo y Catalina no iniciaron inmediatamente su luna de miel
Los recién casados disfrutaron en territorio británico del largo fin de semana, y posteriormente el príncipe volverá a su puesto como piloto de helicópteros de salvamento y rescate de la RAF en la base de la isla de Anglesey, en el norte del País de Gales. El portavoz real no precisó el lugar donde Guillermo y Catalina, ni cuando emprenderán la luna de miel, cuyo destino se guarda celosamente en secreto.
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