El príncipe Guillermo y la princesa Catalina se casaron ayer en la abadía de Westminster, en Londres, en una ceremonia de pompa y tradición de cuento de hadas que sellaron con un beso.
Un beso que, según entendidos, más que la consolidación de su amor, representa un soplo de aire fresco para la monarquía británica venida a menos en las últimas décadas por la muerte de Diana, y las rupturas matrimoniales de los tres hijos de la Reina Isabel.
La pareja, que a partir de ayer lleva el título de duques de Cambridge, se juró amor, fidelidad y respeto eterno ante el arzobispo de Canterbury, el doctor Rowan Williams, que bendijo la boda.
“Estás hermosa”, le dijo el primogénito del príncipe Carlos y la fallecida Lady Di, de 29 años, ni bien vio a la novia, cuando ella subió las escalinatas del altar al son del himno I Was Glad de Charles Hubert Hastings Parry.
Kate, que según el protocolo, desde ayer debe ser llamada Katherin o Catalina, estaba ataviada con un vestido de seda color perla diseñado por Sarah Burton para la casa Alexander McQueen, y lució una tiara Cartier de diamantes que le prestó la reina de su colección personal. Guillermo decidió llevar el uniforme rojo de gala de coronel de la Guardia Irlandesa.
En el momento de ponerle el anillo, el príncipe Guillermo debió esforzarse para que entrara el cintillo de oro galés en el dedo de la novia. “Los pronuncio marido y mujer, en el nombre del padre, del hijo, y del espíritu santo”, rezó Williams ante los recién casados.
Luego de la homilía, los recién casados fueron trasladados junto a sus familiares y padrinos al recinto más sagrado de la abadía, la tumba medieval de Eduardo el Confesor, donde firmaron el documento matrimonial.
De cuento
Unos 1.900 invitados llenaron la abadía de Westminster, que fue decorada con árboles y flores de los campos y palacios ingleses de Isabel II. Entre ellos estaban el cantante Elton John, su esposo, David Furnish; el ex capitán de rugby Clive Woodward, el futbolista David Beckham, y su esposa, la ex Spice Girls Victoria.
También asistieron a la boda el actor Rowan Atkinson, el cineasta Guy Ritchie, el primer ministro británico, David Cameron, y representantes de varios países del Commonwealth (ex colonias británicas).
Tras la ceremonia, que duró poco más de una hora, los recién casados viajaron en una carroza abierta Landau de Estado 1902 tirada por caballos a través del Parliament Square, la avenida de Whitehall- sede del Gobierno-, atravesaron el Arco de la Caballería Real y el Mall, hasta arribar al Palacio de Buckingham.
Miles de personas saludaron a la pareja durante la procesión real, llevando banderas, pancartas y flores; muchos habían acampado desde hacía días para ver el desfile.
Al arribar al Palacio, Guillermo y Catalina fueron trasladados al salón de Estado, donde se sacaron las fotos de casamiento junto a sus familias y los reyes y reinas extranjeros que asistieron como invitados.
Poco después, la pareja, junto a los miembros de la familia real británica, salió al balcón donde saludó y se dio dos besos ante miles de personas que colmaron el Mall y las calles adyacentes a la mansión real.
Luego Isabel II ofició en el Palacio una recepción para 650 invitados, un almuerzo frío con canapés y champaña, y por la noche el príncipe Carlos organizó una fiesta en la residencia real para 300 invitados especiales, familiares y amigos de la pareja.
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