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lunes, 22 de diciembre de 2014

Eva Longoria muestra su faceta solidaria



Flanqueada por sus anfitriones emiratíes, Eva Longoria hace una entrada triunfal en Dubái. Sus rasgos morenos destacan en medio de las túnicas blancas que constituyen el atuendo distintivo local.

Durante unos segundos reina el silencio. Enseguida, los click click de las cámaras de fotos y los flashes inundan la sala. Por segundo año consecutivo, la actriz y empresaria acudía a la ciudad para presidir la gala de la Fundación Global Gift y recaudar fondos para sus proyectos solidarios.

“Estoy muy feliz de volver a Dubái y agradezco la cooperación del Festival de Cine de Dubái y Dubai Cares porque la proyección del Festival amplía el impacto que podemos tener”, declara Longoria que, además de promover su propia fundación, es presidenta de honor de Global Gift. Desde ambas organizaciones, la intérprete, que saltó a la fama internacional como la Señora Solís de la serie Mujeres Desesperadas, trabaja para combatir la pobreza facilitando el acceso de los niños a la educación.

A sus 39 años, Longoria luce espléndida. A pesar de su constitución menuda, tiene imán. Su energía, el tono de su voz y, sobre todo, su sonrisa, cautivan a sus interlocutores. Su estilo también, a decir por el peinado y los retoques estéticos del resto de las benefactoras que la acompañan en la presentación. Un largo camino para la niña a la que sus hermanas consideraban el patito feo.

“Nací en una familia de filántropos y rodeada de mujeres fuertes, tres hermanas, nueve tías y 23 primas, ningún chico. La mayor de mis hermanas es discapacitada mental, lo que me llevó a conocer de primera mano las dificultades que eso representa y la necesidad de contar con el apoyo de la comunidad; desde muy pronto aprendí la importancia del voluntariado”, explica. “Significó mucho para nuestra familia; forma parte de mi ADN y sentía la responsabilidad de devolver ese apoyo que nosotros recibimos”.


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