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domingo, 19 de diciembre de 2010

Michael. Sigue reinando

Escuchando el contenido de Michael, no hay ninguna duda de que la persona que está cantando es Michael Jackson, pero no hace falta escucharlo mucho más para preguntarse si esta (primera) obra póstuma es un álbum de Michael Jackson. Esta decena de temas inéditos escritos por el Rey del Pop y finalizados por un elenco de productores de primera fila salió oficialmente al mercado el 14 de diciembre después de una intensa campaña de promoción, coincidiendo con la Navidad y con la pretensión de convertirse en la guirnalda más luminosa.
La tónica general de las letras es la habitual en parte de su discografía; es decir, las reflexiones sobre el amor entre hombre y mujer, la necesidad de seguir el camino recto en la vida, los peligros que acechan en el mundo del espectáculo (Hollywood tonight)... La gran excepción la constituye Breaking news, en que el músico canta en primera persona -irónica, agriamente- el despedazamiento de que es objeto por parte del público y los ‘mass media...’.
El álbum sólo alberga una decena de composiciones y 42 minutos de música, lo que viene a ser una media hora menos de que lo ofrecía en Invincible, su último álbum de estudio. El contenido no deja de ser sorprendente. Antes de su fallecimiento (el 25 de junio de 2009 en Los Ángeles como consecuencia de una intoxicación masiva de medicamentos), Jackson estuvo trabajando con productores (y expertos en fabricar hits) como Rodney Jerkins, Red One, colaborador habitual de Lady Gaga, y Will.i.am, de los Black Eyed Peas, pero nada de lo elaborado con ellos aparece incluido en el disco. Tampoco incluye This is it, el tema que sufrió un proceso de reconstrucción para que apareciera en el disco-documental de igual título. Asimismo, no hay ninguna noticia de Don't be messin' around, un tema que supuestamente se grabó en las sesiones de Thriller.
Éste es el primer lanzamiento en nueve años de nuevo material sonoro del desaparecido músico y, aspecto clave, la renovación del acuerdo entre los herederos del autor de Rock with you y la multinacional Sony. Un acuerdo de siete años y $us 250 millones y que permitirán sacar a la luz inéditos varios, de forma sonora y videográfica. Porque parece que Jackson dejó centenares de canciones y si esto es cierto y este flamante Michael tiene valor indicativo no es arriesgado asegurar que los próximos discos que se publiquen bajo su rúbrica sean de hecho transformaciones de originales para convertirlas en productos comercializables.
En la construcción de este disco han participado profesionales y personajes de distinto nivel, como John McClain, uno de los coalbaceas de su patrimonio y productor de This is it, que se ha encargado aquí de dar forma a Much too soon (un corte sobrante de la época de Thriller) y Behind the mask (éste era un tema original de la Yellow Magic Orchestra de Ryuichi Sakamoto al que Jackson puso letra en su día), dos piezas que cuestionan los arreglos imperantes en el álbum, una cierta precariedad y brusquedad que chocan frontalmente con el habitual perfeccionismo de las interminables sesiones de grabación de Jackson. En el The New York Times se podía leer hace unos semanas que “Michael aporta más reiteración que revelación”. Las canciones seleccionadas, maquilladas o creadas siguen la estela de lo que apareció en aquel Invincible, aunque se les ha dotado de un traje rítmico perfectamente firmable por Jackson en el decenio de 1990. La irregularidad, sin embargo, se aprecia con cierto estrépito en algunos nombres propios: Best of joy y Keep your head up, mientras que uno de los cortes que más expectación habían despertado, un (I can't make it) Another day intepretado en colaboración con Lenny Kravitz, se convierte en una de las composiciones más endebles que se recuerdan de la carrera de Jackson.
El escándalo no le ha sido ajeno, con todo, a esta obra póstuma. Especialmente con Breaking news, en donde a ritmo de Smooth criminal la voz del propio músico canta que “todo el mundo está esperando un trozo de Michael Jackson”, algo que hizo que la familia asegurase que el que cantaba era un imitador. Por lo visto era él, y no andaba muy errado.

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